"Todos los cuentos poseen una pizca de verdad y una de mentira, lo que importa es lo que nosotros creemos que son".
"La esperanza es una criatura difícil de matar, sólo se necesita una chispa para iniciar u fuego".
"Érase una vez un corazón roto" fue mi primer encuentro con el trabajo de Stephanie Garber, y debo decir que he quedado maravillada. Si bien parte de conceptos clásicos como un entorno medieval, vampiros, princesas, brujas y profecías, la autora ha logrado darle un atrapante giro a los cuentos de hadas a través de esta obra que tendrá su esperada continuación en Septiembre de este año. Si disfrutas del género fantasy y las historias con toques de romance, suspenso y traición, esta lectura será perfecta para ti.
Antes que nada, me gustaría destacar el excelente trabajo que ha realizado el equipo de Puck con la edición y la maquetación del libro, la portada me ha fascinado y esta logra capturar la esencia de la historia a la perfección (pueden ver la portada en mi Instagram). Para aquellos interesados, el diseño y la ilustración de la portada fueron realizados por: Lydia Blagden y Lisa Perrin.
Ahora sí, en cuanto a la narrativa de la obra, lo primero que cabe destacar son las vívidas y cuidadosamente detalladas descripciones que la autora ofrece, gracias a las cuales me ha sido muy fácil como lectora perderme entre los escenarios del Glorioso Norte y sus habitantes.
Pero no fueron sólo las descripciones visuales aquellas que colaboraron a que los lugares y personajes de esta obra se quedasen grabados en mí, sino también las descripciones sensoriales, recurso indispensable a la hora de lograr que el lector establezca ese vínculo que lo une a una historia. Sin duda, mi detalle favorito (y sobre el cual se hace hincapié) es la frialdad de las manos de Jacks, al igual que la gélida intensidad de su mirada. Al regresar repetidas veces sobre este detalle la autora sorprenderá posteriormente al lector cuando se perciba un cambio en él, despertando así nuestra curiosidad. Por otro lado, la autora lo menciona la cantidad necesaria de veces para que cuando se mencione a Jacks nuevamente el lector no pueda evitar asociar su nombre a esa sensación de frialdad que lo acompaña, allí reside la magia de una buena caracterización.
Por si no ha quedado claro, mi personaje favorito de la historia no ha sido la protagonista, Evangeline Fox, sino el mismísimo príncipe de corazones, Jacks. Si bien el personaje de Evangeline tiene unas motivaciones bien desarrolladas y que la autora explora de forma interesante conforme avanza la historia, su personalidad me ha resultado un tanto molesta a nivel personal, ya que ese tipo de personajes no suelen los que más disfruto.
Sin embargo, y al menos en mi caso, Jacks ha sido para mí el motivo por el cual las páginas del libro seguían pasando y pasando entre mis dedos, descubriéndome anhelando su aparición en todo momento y deseando saber más de su enigmática y atrayente personalidad, aunque no fuese el individuo más encantador, así como de su historia y sus verdaderas intenciones detrás de su aparente indiferencia. Si bien la trama y cada uno de sus personajes no carecen de complejidad, el príncipe de corazones ha sido el ganador en cuanto a su desarrollo.
Pasando a otros aspectos que disfruté de esta historia, encontramos la forma en la que la idea del "Amor" y el "Afecto" son constantemente retorcidas y puestas a prueba para el lector y también para cada uno de los personajes. Estas ideas los invaden a cada uno de manera única, según lo que crean respecto a ellas y lo que piensan que necesitan del amor.
A través de la historia, la percepción del amor está cambiando constantemente, especialmente para personajes como Evangeline e incluso Jacks, de cuyo incómodo y sutil cambio podemos ser testigos conforme nos acercamos al final, aunque todavía desconozcamos lo que siente en realidad.
Por último, un detalle que aprecié por parte de la autora fue que constantemente nos recordase que "Las historias pueden tener muchos finales". Como lectores, este elemento nos genera una infinita cantidad de diferentes expectativas, aumentando el suspenso y así nuestra intriga. Como escritores, nos recuerda que aquella frase es en realidad una regla básica y de mucha ayuda a la hora de desarrollar nuestras historias.
Un final es sólo un final, no importa si es placentero o no, y nunca existirá una única forma de acabar una historia. El final de una historia dependerá de lo que deseemos transmitir a través de la misma. Debemos pensar: ¿Cuál es el sabor que querría dejarle a mis lectores en la boca? ¿Dulce? ¿Amargo? ¿Agridulce? Y tantas otras posibilidades con las que el lector podría encontrarse al cerrar el libro.
Bonus tip: Una historia, al igual que la vida real, sigue adelante porque sus personajes toman decisiones. Ya sea que las tomen voluntariamente o porque han sido obligados. Porque crean en ellas o porque estaban fingiendo. Porque crean que están haciendo lo correcto o que están haciendo algo malo pero lo llevan a cabo de todas formas. Al final, las decisiones que los personajes tomen serán las que guíen el curso de nuestra historia hacia el final deseado, desarrollando a su vez el arco de cambio de los personajes y su personalidad.
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