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La balada de nunca jamás, reseña.

 "Lo llamaban un corazón roto, pero Evangeline pensó que perder a alguien amado rompía mucho más que sólo un corazón (...)"

Antes que nada, debo decir que la portada del libro, el mapa de fantasía y el diseño interior son absolutamente tan hermosos como los anteriores, lo cual no es un detalle menor ya que todas las partes involucradas en un libro deberían ser igualmente halagadas y reconocidas por su dedicado trabajo.

Ahora, para comenzar con esta reseña, me complace decir que mi emoción y expectativas fueron adecuadamente colocadas sobre la secuela de esta historia, así como fueron recompensadas con incluso más adrenalina y entretenimiento desde el primer capítulo.

Aunque solía pensar que el personaje de Evangeline era algo ingenuo durante y después de finalizar el primer libro, me encontré cuestionándome a mí misma al respecto en el momento en que comencé esta secuela.

"Evangeline sabía que su corazón anhelaba esperar lo mejor. Ella creía que la gente podía cambiar; ella creía que la vida de cada persona era una historia con un final aún por ser escrito, y por lo tanto que el futuro de cada persona guardaba infinitas posibilidades"

Me di cuenta de que había confundido la esperanza y el optimismo por ingenuidad, y el hecho de que Evangeline siempre hubiese confiado en su corazón noble y en los sueños que este guardaba con inquebrantable voluntad, incluso si en ocasiones fuesen un poco demasiado optimistas, era lo que realmente me molestaba, porque muchas veces estaba disconforme con sus decisiones o razonamientos, lo cual de hecho hizo mi experiencia como lectora algo frustrante y excitante al mismo tiempo debido al constante estado de conflicto interno. Sin embargo, el simple hecho de haber experimentado todos esos sentimientos prueba cuánta dedicación ha puesto Stephanie Garber en sus personajes, alcanzando el éxito al hacerlos lo suficientemente profundos para que los lectores lleguen a cuestionarse a sí mismos, a sentir con o a causa de dichos personajes a través de su viaje con tal complejidad.

Para ser honesta, no obstante, de algo de lo que no puedo culpar a Evangeline es de querer confiar en Jacks incluso cuando siente que no debería hacerlo, ya que he sentido el mismo deseo a través de todo el primer libro y el segundo de esta saga, encontrándome incapaz de resistir los encantos del Príncipe de Corazones, aún cuando están rodeados de su cuestionable y mayormente egoísta moral. Debo admitir, sin embargo, que este es otro personaje que puede llevar al lector a dudar de sí mismo y que para mí es el punto donde conecto con los sentimientos de Evangeline. De hecho, he conectado más con ella en el segundo libro que en el primero, lo cual a su vez demuestra su desarrollo como personaje, al igual que llegamos a ver el desarrollo de Jacks, aunque no diré mucho al respecto para evitar cualquier spoiler.

Otra cosa que la autora logra de forma placentera es acabar cada capítulo con una pregunta, dejando al lector entre ansioso, confundido, intrigado y deseoso de más, lo cual es una excelente y muy efectiva manera de mantener comprometida a la audiencia con la historia. En muchas ocasiones, la autora hace un maravilloso uso de lo que podríamos llamar un "cliffhanger".

Por otro lado, la tensión creciente y tanto las escenas románticas como las eróticas resultan ineludiblemente atractivas, atrapantes y cautivadoras para el lector como una maldición, pero una placentera. Creo que la autora hace uso de los personajes fantásticos que ama, como los vampiros, tanto de una forma convencional como emocionante y creativa. Ella explora sus convenciones cargadas de clichés, con notas de tentación y un rastro de erotismo y peligro, al igual que lo hace con el personaje de Jacks, aunque él es un personaje mucho más complejo debido a su naturaleza. 

Más que nunca, en esta secuela Stephanie Garber tiene al lector luchando entre la razón y los sentimientos, arrastrados por una ola de adrenalina mientras ambos permanecen en conflicto. 

Todo lo que el primer libro contiene se halla incrementado en la secuela. La tensión, los giros de trama, la adrenalina, el drama y el romance. Es imposible evitar involucrarse en esta historia. 

Opino, también, que la autora ha hecho un excelente trabajo al equilibrar el ritmo de la historia, al igual que el worldbuilding y todas las backstories. La forma en que todo se conecta y tiene una consecuencia eventualmente en la trama captura al lector y cumple con toda expectativa.

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Lo que las personas quieren muchas veces se opone a lo que sienten, y esa es una de las verdades humanas que esta historia carga. Tal y como su protagonista cree firmemente, hay infinitas posibilidades para el final de una historia, y por mucho que sólo deseemos aferrarnos a la idea de un final feliz a medida que leemos, sabemos que la trama y sus personajes guardan una mayor complejidad que hace que nuestras preocupaciones se prolonguen aún más. 

El dolor de estar a punto de tener lo que siempre hemos deseado en la punta de los dedos, sólo para que esto nos sea arrebatado o nos veamos obligados a sacrificarlo por un bien mayor, por una verdad mayor. Además, también está el hecho de que lo que queremos no siempre es lo que necesitamos, y muchas veces nos detestamos por aquello que nos descubrimos deseando.

 Esta historia juega constantemente con con el conflicto entre lo que deseamos y lo que podemos tener, lo que se siente real y lo que realmente está pasando alrededor de los personajes, quienes se ven forzados a reprimir sus más profundas esperanzas una y otra vez. Es como si nosotros, como lectores adultos, estuviésemos cara a cara con un cuento de hadas y le preguntásemos por qué nos ha traicionado, por qué nos ha mentido y hecho creer en la promesa de algo que, si es que puede ser encontrado, no es tan sencillo e indoloro como se suponía, o al menos el camino hacia ello no lo es. Nos hace pensar qué tanto estamos dispuestos a dar y a perder mientras nos aferramos a la esperanza en medio de dolorosas decisiones. 

Por lo tanto, sí, "La balada de nunca jamás" es acerca de cuentos de hadas, de sueños y esperanzas, pero no siempre trata de caminos sencillos y finales felices. Es acerca de un amor esperanzado y por el cual vale la pena luchar; cada proceso de búsqueda y transformación carga con una cuota de pena. "Porque los finales felices pueden ser encontrados, pero es difícil aferrarse a ellos..."

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